Quema
Historia En un principio, se trataba de un impuesto directo, que consistía en la confiscación de bienes de vasallos castellanos; sin embargo, pronto derivó en un tributo de carácter indirecto. En 1403 fue fijado ad valorem, y su cuantía ascendía a tres dineros por libra del valor de la mercancía importada; a partir del s. XVI, su aplicación se hizo extensiva también a la mercancía exportada. La quema era cobrada por recaudadores especiales, y su pago quedaba registrado en libros específicos. Existían una serie de excepciones y privilegios sobre ella; así, por ejemplo, quedaban exentos del tributo los productos destinados al servicio del rey (trigo, madera, animales, etc.) y determinados productos comercializados por los valencianos, como el atún; de igual modo, los ciudadanos de Valencia y aquellos que tuvieran más de doce hijos no estaban obligados a satisfacer este gravamen. Al parecer, con el paso de los años, la quema acabó convirtiéndose en un impuesto más que percibía la Corona y suscitó ciertas críticas por parte de diversos estamentos, que propugnaron su anulación. A finales del s. XVI se logró su teórica supresión, aunque en el siglo siguiente continuó exigiéndose su pago. Frecuentemente, la quema fue objeto de arriendo y, a partir de 1515, estuvo asociada al impuesto de peaje, que gravaba la utilización de una vía de comunicación.
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